Mi historia
El jueves 16 de Julio de 1992 aproximádamente a las 9 y 20 de la noche, un
coche bomba con 400 quilos de dinamita y anfo explotó en la calle Tarata, en el
distrito de Miraflores.
Veinticinco personas perdieron la vida, 5 desaparecieron y muchas
quedaron heridas, no solo físicamente sino
también emocionalmente...
Somos muchos los testigos de esa noche... cada uno tiene una historia que
contar... En mi caso, muchas veces a lo largo de mi vida,
he tenido la necesidad de hablar de esto... de sacarlo de mi alma y de
compartirlo. A veces no sabía con que propósito... pero sentía esa
necesidad... la última vez que hablé sobre esto ante la prensa era una niña, tenía
seis o siete años... era inocente, llena de esperanza porque pensé que
todo había terminado... y que por fin la paz había llegado a mi país y
eso, a por algunos años me dio fuerzas para seguir adelante...
Mi historia, es una historia que comparto con muchos peruanos, y con muchas
personas alrededor del mundo a los que sin conocer siento como hermanos. Su
dolor, es también el mío...
Pasado mañana se cumplen 20 años desde aquel hecho que cambió mi vida para
siempre y creo que ha llegado el momento de hablar y de compartir mi
testimonio...
(He completado mis recuerdos con algunos testimonios de familiares a los que
agradezco infinitamente por haber recordado por mí, sé que ha sido muy difícil
para cada uno de ellos... Mi intención no es violar la vida privada de nadie.
Algunos nombres han sido cambiados pero los hechos que narro son reales.)
Mi hogar
Vivía con mis padre Antonio (43) y Milagros y mi hermano Ricardo
(11 años), en el cuarto piso de un departamento en Tarata, mis recuerdos no son
tan claros porque apenas tenía 6 años, pero sí recuerdo que era feliz. Era una
niña alegre y muy segura porque me sentía amada y protegida.
Mis papás eran maravillosos. Ambos amorosos, dedicados, ejemplos a seguir,
personas con valores... Nuestra situación económica era modesta.
Mi papá era un Ingeniero Civil
que trabajaba de manera independiente porque siempre prefirió la honestidad
antes que ganar mucho dinero teniendo que sacrificar sus principios de
alguna manera. Siempre procuró darnos lo mejor que podía con los frutos de
su trabajo, esa era su mayor ilusión. Trabajaba todo el día y a veces se
quedaba madrugadas enteras sentado en la mesa de nuestro comedor,
trabajando, rodeado de planos. Era muy inteligente y capaz.
Estudió en la Universidad Nacional de Ingeniería. Se sacó 19 en su tesis
Universitaria la que tuvo que rehacer desde cero porque un familiar se la
extravió. Era Ingeniero Estructural experto en Ingeniería Antisísmica. De
adulto, trabajó en Inglaterra como Ingeniero experto en Plataformas
de Offshore en una compañía para la explotación petrolera. El había nacido en
ese país mientras mi abuelo
trabajó allá algunos años. Mi papá pudo quedarse en
Inglaterra de adulto, pero decidió volver al Perú porque siempre se sintió
peruano y para él no existía un lugar mejor que su propio país. Se sentía
peruano porque se había criado aquí y amaba a su patria. Era un gran
conversador y le encantaba hacer bromas.
Mi mamá siendo una profesional de alta capacidad
intelectual, ahora hacía las labores de ama de casa a tiempo completo. Era
una madre y esposa cariñosa, cuidadosa y protectora que se dedicaba a
sus hijos y a su hogar. A querernos a los tres.
A veces yo cocinaba con ella, hacíamos galletitas espolvoradas con azúcar
y ese era mi regalo para el día del padre. Otras veces, con su ayuda,
inventaba algunas recetas como una salsa a la que llamamos "Salsa
Marilú", que les encantó a todos en mi casa.
Mi hermano Ricardo, era como mi ídolo. El siempre quiso tener una
hermana. Para mí el era mi hermano mayor, al que seguía en todo...
Siempre jugábamos juntos, y nos queríamos mucho.
En mi casa, a veces había necesidades económicas, pero mi papá siempre se
esforzó al máximo por nosotros. Existían también los problemas
cotidianos que puede haber en cualquier hogar. Pero nada
podía hacernos olvidar que éramos una familia unida.
Mi papá me recogía del Nido, en su auto y
en ocasiones lo hacía mi mamá, pero con ella nos íbamos caminando. Me
encantaba ir al Nido y me encantaba cuando mis papás venían por mí, era lindo salir
y ver a cualquiera de ellos o verlos a los dos juntos. A veces, íbamos a
comprar luego y me divertía viendo las cosas que había en el supermercado.
Mi papá y mi mamá nos hacían dibujos y mi papá siempre
me contaba un cuento distinto, que imaginaba cada mañana para
mí, antes de llevarme al Nido. Era así como cada mañana tenía un
dulce despertar. Mi mamá jugaba conmigo a las muñecas y nos inventaba
miles de juegos a mi hermano y a mí. Mi papá también nos inventaba
juegos, ambos tenían una gran creatividad.Recuerdo esta como la etapa más feliz
de toda mi vida.
Años de oscuridad
Vivíamos en una época muy difícil para nuestro país: los años 90. No eran raros
lo apagones, las explosiones, las trágicas noticias en la televisión... el
famoso toque de queda que aún recuerdo... en donde no se podía salir a
partir de las 9 de la noche, porque podían detenerte o dispararte... siempre se
me quedarán grabadas esas palabras "toque de queda", es algo al
mencionarse me lleva a esa época en un instante. Muchas veces, tenía que
hacer mis tareas a la luz de una vela, una pequeña luz que iluminaba en
medio de la oscuridad...
El peligro era constante para
todos, mi papá siendo Ingeniero, tenía que trabajar en pueblos jóvenes muchas
veces y no se sabía si regresaría a casa cada vez que salía... porque
muchos Ingenieros morían asesinados en esa época...
El miedo tampoco era ajeno para la mayoría de personas, ni siquiera para
los niños. Me cuenta mi mamá que cuando cumplí cuatro años, tuve
una gran nostalgia por nuestro departamento, hasta el grado de besar las
paredes, tal vez presintiendo algo...
Me acuerdo que un día cuando tenía 5 o 6 años, estábamos
saliendo de la cochera del edificio en el carro de mi papá. El iba
manejando. Yo estaba sentada en el asiento trasero y le pregunté a
mi mamá :
-Mami ¿Acá nunca van a poner una bomba? ¿no?
-No hijita, aquí no.
Eso me hizo sentir aliviada...
creí en sus palabras y me calmaron. Yo siendo una pequeña niña temía que mi
hogar fuera el blanco de un ataque terrorista... al oír las palabras de mi mamá
me tranquilicé y pensé que eso no iba a suceder... pero imagino que
los constantes apagones, explosiones y todo lo que ocurría me mantenían en
estado de alerta.
Escombros en mi corazón
La noche del 16 de Julio de 1992, se celebraba el cumpleaños de mi tía
abuela Catalina, pero no pudimos ir a su casa en la noche,
por algunas razones, una de ellas era que mi papá estaba terminando un
trabajo que debía entregar al día siguiente. El día anterior mi papá había
llamado a su mamá, mi abuelita paterna, y le había preguntado a su
hermana Mónica si habría luz por Miraflores porque le preocupaba no poder
usar la computadora para terminar su trabajo ya que en esa época eran
constantes los cortes de estos servicios. Luego habló con mi abuela como solía
hacer siempre y durante un momento de la conversación ella le dijo:
-Tu papá me está pidiendo un café. Y mi papá con el humor que lo caracterizaba
le respondió:-Hazme también uno a mí.
Esa noche, mis abuelos paternos y dos de mis tías habían ido a celebrar el
cumpleaños y estaban también mi tía abuela Catalina, mi tía abuela
Rosa y mi tía abuela Nico. Mi tía Mónica y mi tía Sol (hermanas de
mi papá) se habían quedado en su casa, la casa de mis abuelos paternos. Mi tía
Mónica había estado a punto de ir a visitarnos a eso de las 8 de la noche pero
había vuelto a su casa al pensar que estaríamos también en el cumpleaños de mi
tía abuela. Llegó hasta Benavides con Larco, pero se regresó. Un rato antes
cuando iba a un consultorio en Benavides, vio el reflejo de su abuelo paterno
fallecido que quería mucho a mi papá, vio su rostro en el espejo de la combi, y
a ella le pareció muy extraño.
Mi mamá había puesto los platos sobre la mesa y había servido la comida.
Mi papá se sentó a comer. Antes había estado algo nervioso por alguna razón
inexplicable. Yo estaba parada en medio de la sala. Eran aproximádamente
las 9 y 20 p.m. cuando de pronto, hubo un ruido fuerte y según
recuerda mi mamá también se oyeron disparos y gritos... Yo tenía miedo... no
entendía bien qué estaba pasando, o mejor dicho no me daba cuenta de que tan
cerca estaba el peligro... Mi mamá y mi papá empezaron a
preguntarse ¿dónde había sido esa bomba?, al darse cuenta que había sido
muy cerca. Mi papá se paró y dijo :-Voy a ver.
Mi hermano y mi mamá intentaron detenerlo, pero el solo nos dijo que no
salíeramos y que el iba a ver. Mi mamá le dijo que se ponga su casaca pero
el no lo hizo. Salió solo con una chompa que le habíamos regalado el Día
del Padre. Antes de salir acaricio a mi hermano en la cabeza y cerró la puerta.
Mi papá, era un hombre valiente y siempre listo para resolver conflictos...
como cuando una vez de bebita casi me ahogo con flema y el me salvó metiendo
sus dedos en mi garganta y liberándola; era de reacciones veloces o como cuando
una vez me desmayé al caerme de un mueble y el me hizo reaccionar... En ese
momento, me imagino que lo único en lo que pensó fue en protegernos y en ver
qué había ocurrido. Al salir del departamento, se dirigió al
pasadizo.
Mi mamá sintió que un peligro muy grande amenazaba a mi papá. Pensó
que podía subir alguien a hacerle daño y agarró un cuchillo con el que pensaba
defenderlo. Abrió la puerta y se quedó parada delante de ella. Mi
hermano estaba detrás suyo mirando. Yo estaba escondida detrás de la mesa
del comedor. Mi papá se paró junto a una ventana que daba a la calle
Tarata. Mientras tanto, una de las vecinas abrió la puerta de su
departamento:
-Antonio ¿qué paso?
-Ha sido una bomba y parece
que ha sido cerca.
En ese momento el miró hacia donde estaban mi mamá y mi hermano y estaba a
punto de decir algo. Y de pronto, se oyó un ruido mayor y salió
una llamarada del departamento de la vecina. Las luces se apagaron, hubo un
fuertísimo movimiento de piso... pánico... las ventanas habían estallado...
vidrios por todos lados... Mi mamá, sintió que algo le golpeó el rostro
pero no sintió dolor. Cayó al suelo, al igual que mi hermano, que voló y
se cayó golpeándose la cabeza y desmayándose. Luego cuando el volvió en
sí, mi mamá le dijo a mi hermano que estaba herida... pero lo que más
queríamos era saber sobre mi papá. Empezamos a llamarlo gritos, y al
no oír respuesta suya, mi mamá nos dijo que el había
muerto. Entonces, mi hermano se acercó a la ventana y gritó:
-¡Terroristas hijos
de...!
Me sentí aterrada y de alguna manera entendí lo que había pasado, sentí la
fuerte agresión de la que habíamos sido víctimas... pero también había mucha
confusión en mi mente. Todo había pasado muy rápido... de un momento a otro
todo estaba destruído. Había visto a mi papá salir por esa puerta, y ahora no
escuchaba más su voz.
Al tocarse la cara, mi mamá la sintió llena de sangre, destruída, como una
masa sin consistencia... y se sintió perdida... Le pidió a mi hermano que vaya
por una linterna para buscar a mi papá y al traerla, mi
hermano la iluminó... al hacerlo la vio con el rostro herido,
desangrándose... Mi mamá agarró la linterna e iluminó el
pasadizo donde había estado mi papá. Vio un montículo de escombros y al
ver eso pensó que él había quedado debajo... y se sintió segura de que el
había perdido la vida. Nadie pudo ir a ver si el estaba allí porque todo estaba
destruído.
Mi mamá intentó llamar por teléfono, pero la bocina se le caía y ella tambíen
se desplomaba. Cada vez se ponía más débil porque estaba perdiendo sangre.
Mi hermano trató de llamar a la casa de mi abuela paterna, en medio de la
desperación, pero no podía comunicarse. El teléfono de mis abuelos daba
ocupado. Iluminaba el teléfono con la linterna para poder llamar
porque la oscuridad no lo dejaba ver nada.
En la casa de mis abuelos paternos mis tías Mónica y Sol habían estado
conversando y en ese momento habían oído el estallido de la bomba. Se habían
mirado aterradas porque el bombazo había sonado muy cerca y empezaron a llamar
a casa de mi tía abuela Catalina pensando que estábamos ahí y también llamaba a
nuestra casa daba ocupado. Al prender la televisión mi tía Mónica vio que
había sido en nuestro edificio y desesperada le avisó a su hermana Sol gritándole:
-¡Ha sido dónde Toñito! y siguieron intentado llamar a casa de mi tía abuela
Catalina y a la mía.
Mientras tanto, al no conseguir comunicarse con la casa de mis abuelos, mi
hermano llamó a mi abuela materna. Le dijo que habían puesto una bomba y
que mi papá estaba muerto y mi mamá agonizaba... y se cortó la comunicación.
Recuerdo el miedo que yo sentía en esos momentos... la impotencia y la
incertidumbre llenaban mi corazón... Mi mamá desangrándose, sintiendo
que las fuerzas le faltaban le pedía a mi hermano que me cuidara porque yo era
más pequeña, que se haga cargo de mí y que me sacara del edificio, ella sentía
que se iba a morir y se despidió de nosotros... luego se quedo en
silencio, probablemente se había desmayado. Yo me sentía desolada, era una
escena desgarradora y terrible y no había nadie que nos ayudara, éramos dos
niños solos en medio de toda esa destrucción...
Mis muñecas colocadas en fila sobre el sofá con las que me gustaba jugar a
la escuelita y con las que había estado jugando esa tarde, se habían caído al
suelo... En algún momento me acerqué y recogí a una de ellas, tenía trenzitas
de color amarillo. La tomé en mis manos y estaba llena de sangre, la volví a
dejar en el suelo, había caído en el charco de sangre derramado por mi mamá
(nunca más volví a ver a esa muñequita, me la había regalado mi tía Marisol)
aún conservo todos mis demás muñecos porque me recuerdan a esa época en la que
fui tan feliz...
Respirando dolor
Mi mamá seguía con vida. No
recuerdo cómo fue que salimos del departamento, mi mamá dice que ella nos sacó
con las pocas fuerzas que le quedaban. El humo había empezado a invadir todo
y entraban chispas por la ventana del incendio que había en el primer
piso. Mi mamá se levantó y se cayó en la puerta del departamento. Vio
pasar a unos vecinos y les pidió que nos bajen a mí y a mi hermano y ellos le
dijeron que no podían porque estaban heridos. Le preguntaron por mi papá:
-¿Y Antonio? Ella les
respondió:
- Está muerto.
Mi mamá se puso de pie y se cayó varias veces, sintiendo la
impotencia de no poder hacer nada por sus hijos, teniendo que vernos en esa
situación, sin poder pedirle ayuda a nadie... mi hermano me tomó de la
mano y salimos mi mamá por momentos se apoyaba en él. Nos caímos muchas
veces durante todo el trayecto.
Todo estaba oscuro y había un humo intenso que te quemaba y no sé podía
respirar, que poco a poco fue creciendo y haciéndose intolerable... Era tan
denso que parecía que se podía agarrar, cada vez que uno trataba de respirar se
sentía que te quemaba por dentro... ardía y dolía hacerlo... llevar aire
a los pulmones era una tortura, pero aunque fuera mortal no se podía evitar...
era la única manera de sobrevivir...
En medio de todo, me desmayé y al despertar creí que todo había sido una
pesadilla. Abrí los ojos y me dí cuanta de que estaba
tirada en medio de un pasadizo oscuro con mi mamá y mi hermano tirados a mi
costado y me dí cuenta de que la pesadilla era real y espantosa...
Recuerdo haber visto el humo inmenso y denso y haber visto fuego... tirada
en el suelo, sin saber si viviría o no...
Hubo un momento en el que me acerqué a una ventana y casi me apoyo en ella sin
darme cuenta de que estaba hueca. Si me hubiese apoyado me habría caído del
tercer o cuarto piso y probablemente habría muerto quemada... ví que tenía
heridas en las manos, (hasta ahora tengo algunos vidrios en la mano derecha).
También en un momento mi hermano y yo vimos a una mujer en el edificio del
frente llamando por teléfono. Le hicimos señas pero no nos vio... ni siquiera
se podía gritar porque la voz no salía por la asfixia.
Los tres nos desmayamos varias
veces y arrastrándonos, llegamos hasta unas escaleras, cayendo y desmayándonos
en cada escalón, rodándonos varias veces. Mi mamá se golpeó un riñón con uno de
los escalones ... cada vez había más humo cada vez estábamos más
débiles. Hubo momentos en los que mi mamá ya no se movía.
Nos encontraron a los tres en
el descanso de las escaleras del tercer piso. Ya casi
sin fuerzas. A mi hermano y a mí nos sacaron casi al mismo tiempo. El
le pidió a los bomberos que nos rescate a mí y a mi mamá porque estábamos peor,
pero como éramos niños nos sacaron antes.
Cuando el bombero me rescató y llegamos al primer piso... me pareció haber
estado en el infierno y creo que así fue... el fuego y los escombros estaban
por todas partes, se le hacía muy difícil caminar. Mientras volvía un
poco a la vida pude ver los restos de mi hogar en pedazos... veía que el
edificio en donde había sido tan feliz estaba en ruinas, era aterrador...
yo estaba en los brazos de un bombero que apenas tenía un tanque
de oxígeno para él y para mí, e intentaba respirar... y no entendía porqué se
me acercaban personas con cámaras y micrófonos a filmarme y a hacerme
preguntas... ni lo entiendo hasta ahora... en ese momento yo solo quería
respirar...
A mi hermano y a mí nos
pusieron en la misma camilla y nos subieron a la ambulancia. Me acuerdo
que estando en la ambulancia, al darme cuenta de que mi hermano estaba
echado cerca de mí, le toque el pie como diciendo:- Estoy viva hermanito.
No sabíamos nada de mis
papás... mi hermano me dijo que mis papás estaban muertos, pero yo tenía la
esperanza de que siguieran con vida.
En esta foto se ve mi cabeza
apoyada en la camilla estaba inmóvil.
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Al llegar a cierto punto en
Miraflores nos bajaron de la ambulancia y nos subieron a un carro de policía
para llevarnos a un hospital. La ambulancia debía usarse para gente que
estuviese más grave porque la situación era dantesca...
En el hospital, me dejaron echada en una cama en el pasillo de
emergencias y luego de un rato me cerraron las cortinas. Me sentí muy
sola y atemorizada. Me había calmado un poco al ver a la gente pasar,
pero con las cortinas cerradas me sentía muy mal y confundida. Recuerdo
que tenía la mascarilla de oxígeno puesta y ya podía respirar,
pero estaba totalmente desconcertada y aterrada. No sabía nada de mis
papás y tampoco sabía donde estaba mi hermano. Lo había visto por última vez cuando
recién llegamos al hospital y los médicos nos revisaron. Después de un
rato, escuché que me iban a llevar con él y me sentí mucho más tranquila y
contenta (aunque sea casi imposible usar esa palabra para describir algún
instante de esa noche.) Mi hermano estando en el cuarto, había escuchado
decir a las enfermeras que el estaba fuera de peligro pero que yo estaba grave
y muriéndome (seguro por eso estuve más rato en emergencias).
Mi mamá también estaba viva y ya una de sus hermanas se lo había dicho a
mi hermano. Ella había sido encontrada en el mismo lugar que
nosotros. Cuando los bomberos la rescataron, ella sintió un dolor muy fuerte en
la pierna, recién en ese momento se dio cuenta de que tenía la pierna herida.
Le decía al bombero: -¡Mis hijos, mis hijos! y el le dijo que ya nos
habían encontrado. Ella había sido llevada a cuidados intensivos porque
tenía el brazo y el rostro heridos y la pierna
quemada. Cuando una de sus hermanas y su esposo la vieron
en el hospital, se dieron cuenta de que su pierna estaba sangrando, y
le avisaron a los doctores, entonces tuvieron que llevarla de nuevo a
cuidados intensivos.
En el cuarto en donde estaba mi hermano, pusieron una cama para mí,
pero la colocaron muy separada de la suya. Cuando ví
las inmensas ventanas detrás de mi cama me asusté mucho por
temor a que explotara otra bomba y los vidrios estallasen, pero fue un
enorme alivio el estar con mi hermano. Juntos los dos niños que
habíamos sobrevivido a esa pesadilla... aunque igual me sentía lejos de él
por la separación de las camas.
Nunca olvidaré que una enfermera me trató mal y me gritó por un
problema físco que tuve. Jamás entenderé su comportamiento... pero debo
aclarar que esa enfermera fue la única de la que tengo quejas. Todas las demás
personas que nos atendieron tuvieron el trato más considerado y se los
agradezco.
Lo que más me tranquilizó en esos atroces momentos, fue que mi tía abuela
Rosa, tía de mi papá, a la que recuerdo con mucho cariño, fue a
vernos y se quedó con nosotros toda la noche. Pidió que le llevaran un comodoy
y que junten mi cama con la de mi hermano. Nunca dejaré de darle las gracias.
(Después, ella siempre me compró lo útiles escolares, cada año, hasta quinto de
media. Cuando estaba terminando el colegio ella falleció... fue una
persona muy cercana a la que siempre recordaré.)
Buscándote
Mis abuelos y mis dos
tías que habían estado celebrando el cumpleaños de mi tía abuela habían
regresado a sus respectivas casas al sentir el bombazo, sin saber aún en donde
había sido. Luego mis tías Sol y Mónica les dijeron lo que habían visto por la
televisión y que no habían podido comunicarse con nosotros. Ellas ya estaban
enterados de la llamada de mi hermano a mi abuela materna porque la hermana
mayor de mi papá les avisó. Todos estaban llenos de angustia.
Mi tío y padrino, el hermano menor de mi papá, que en ese entonces tenía 24
años había estado en el carro de un amigo conversando y
luego de la explosión había oído en la radio que el atentado había sido en
Tarata. Sin pensarlo dos veces, le pidió a su amigo que lo lleve de
frente a Tarata. Llegaron a la esquina de Shell con Paseo de la República
y luego como no había paso, corrió hasta el pasaje de Shell y Tarata.
Subió a un edificio que estaba en la esquina de ese pasaje y entró a un
departamento para ver por la ventana. Ahí pudo ver la espantosa escena de
muerte... trató de usar el teléfono que estaba en la sala del departamento
pero fue inútil, no había línea... Decidió bajar del edificio y pudo
atravesar el cordón de seguridad isntalado por la policía que no
dejaba el ingreso de nadie a los edificios destruídos. Lo consiguió gracias a
un carnet que tenía que lo acreditaba como practicante de Derecho
para recoger notificaciones del Poder Judicial que tenía un gran
emblema de ese entidad (como el cuenta) y así pudo entrar. Según sus
propias palabras, lo mostró con firmeza y se abrió paso entre la
gente. Corrío hacia el edificio y se cruzó con un cadáver, vio que
llevaban heridos... y le preguntaba por mi papá a los bomberos,
pero nadie le decía nada. Nos llamaba a gritos a los cuatro atrapados ahí...
luego un bombero preguntó si alguien conocía nuestro edificio para saber si se
podía entrar por otro lado y al decirle que el lo conocía, caminando por los
escombros, pudo entrar al estacionamiento. Desde el estacionamiento
pudo ver la ventana de nuestro departamento... todo a su alrededor estaba
en llamas y solo pudo ver el carro de mi papá en el estacionamiento y supo que
estábamos ahí atrapados.
Luego de seguir preguntado por casi una hora, en la esquina de Tarata con
Larco vio una camioneta de la policía en donde al parecer habían cuerpos en
bolsas negras. Quiso subirse pero un bombero le dijo algo como: - No lo hagas,
eso no será bueno para tí.
Luego se fue al hospital de Emergencia que estaba cerca en donde habían
llevado a muchos heridos. El lugar estaba lleno de heridos, no había camillas
para todos, ni enfermeras, entonces los heridos eran llevados a clínicas y
hospitales. Vio escenas terribles pero no nos encontró... cuando ya se iba, una
señora le dijo que algunos pacientes habían sido llevados a otros
hospitales y entonces insistió en consultar la lista de ingresantes, y ahí le
leyeron mi nombre, el de mi mamá, el de mi hermano y el de mi papá. Le
pregunté si estaba seguro y el dijo:
-Sí, son una niña pequeña y un jovencito, ¿no es cierto?, estaban con su mamá y
su papá
los acompañaba al lado de la
camilla, era un señor de bigotes...
Mi tío dijo que si
éramos nosotros y respiró aliviado. Luego pudo avisarle a mi abuela
paterna usando un celular que solidariamente le prestaron. Después, volvió
a su casa y junto a sus papás y hermanos nos buscaron en diversos hospitales
hasta encontrarnos en uno de ellos. Les dijeron que estábamos internados mi
mamá, mi hermano y yo. Un cuñado de mi papá, médico en psiquiatría pudo pasar a
vernos y nos al pasillo de emergencias, pero no pudo ver a mi mamá. Mi papá no
estaba...
Durante toda la noche del 16
mis abuelo varios de mis tíos, recorrieron todos los hospitales y clínicas en
una búsqueda desesperada por hallar con vida a mi papá. En algunos lugares les
daban datos de personas que podían ser él. Uno de ellos estaba siendo operado
del cerebro y el otro estaba en la morgue de un hospital, pero ninguno resultó
ser mi padre.
Su última esperanza era
el hospital Rebagliati, pero tampoco estaba ahí.
Heridas en el alma
El día del atentado fue jueves y mi hermano y yo nos quedamos en el Hospital
hasta el Domingo. Nos pusieron suero y varias inyecciones a cada rato, pero
gracias a Dios, superada la asfixia, no teníamos nada grave
físicamente pero habíamos tenido que permanecer con la mascarilla de oxígeno
durante nuestra estadía en el hospital, en mi caso tenía además, las heridas en
las mano derecha que recuerdo que me curaron con yodo... y mi hermano tenía una
herida en la cabeza.
Mis tías abuelas nos habían
dicho que mi papá estaba vivo y que luego pordíamos ir a verlo, eso nos alegró
mucho. También sabíamos que mi mamá se estaba recuperando.
El Sábado 18, mis tías
abuelas nos trajeron ropa y nos llevaron a verla. A mí me trajeron un polo que
mi hermano había usado en su cumpleaños del año pasado y unas zapatillas
nuevas. Nos llevaron a un cuarto del sexto piso. Ella estaba echada en una cama.
Se veía tan débil... con el rostro lleno de manchas por las esquirlas de
vidrio tenía una gruesa costura en la mejilla por el corte que había
sufrido. Fue muy impactante verla así, pero el verla viva me llenó de
alegría. Me sentía tan feliz de verla por fin y también quería saber sobre
mi papá. Al preguntarle por él nos dijo que el había muerto y que estaba siendo
velado en casa de mis abuelos paternos... Mis tías abuelas ya sabían la verdad,
incluso mi tía Rosa se había ido un rato al velorio, muchas personas
quisieron que no lo sepamos hasta después, pero mi mamá prefirió darnos
ella misma la noticia que supo en su corazón desde el momento de la segunda
bomba... y que su mamá le había confirmado cuando supo de la
muerte de mi papá. Pese a que a mi mamá también le habían
dado esperanzas de hallarlo con vida, ella siempre supo que era imposible.
Estaba segura de que si él hubiese estado vivo habría hecho lo que
sea por salvarnos...
Después de que mi mamá
nos dio la noticia los tres lloramos juntos la muerte de mi
papá. Luego cuando salí del cuarto dije con lágrimas en los ojos:
"Nunca más voy a sonreír". (A veces siento que esto ha sido cierto,
porque en mi quedó un vacío que nunca se podrá llenar... pero sé que él
querría que lo haga...) El doctor que atendía a mi mamá, me cargó en sus
brazos para consolarme, aprecio ese gesto mucho y lo recordaré siempre... pero
nada podía calmar nuestro dolor.
Mi papá querido... que me
quiso tanto, que soñó conmigo, que le pidió a Dios y oró por una hijita a la
que pudo perder porque había nacido a los siete meses, muy débil... pero
se aferró a mí... estuvo a mi lado siempre para salvarme, para protegerme, para
quererme... Mi papá se había ido para siempre en ese instante, en medio
del ruido, de la oscuridad, de la muerte... ¡no podía creerlo!... mi corazón se
invadió de desesperación y tristeza, de una desmesurada impotencia... me
quitaron a una de las personas que más amaba y que más me amó, me lo
arrancaron... me dejaron un hueco en el alma... me quitaron la mitad del corazón... Siempre
antes de que saliera a cualquier lugar yo le decía:-Que Dios te bendiga. Esa
noche no lo hice y me sentí culpable por muchos años...
Aquél esposo fiel, amoroso, que solo soñaba con una familia a la cual
amar, ese hombre que quería a su país con toda el alma... que amaba
y respetaba a sus padres, que muchas veces fue como un padre para sus
hermanos... aquél hombre que siempre ha sido elogiado por las persona que
lo conocieron, y siempre ha sido descrito como un hombre veraz y sincero...
había sido asesinado. Había sido borrado de la vida de muchas personas que lo
amábamos demasiado, que lo respetábamos...
No fuimos ni al velorio
ni al entierro porque estábamos en el hospital... no sé si lo hubiésemos
resistido... tal vez... ¿quién sabe?... los niños a veces son más fuertes...
El cortejo fúnebre paso cerca del hospital y mi mamá pudo verlo poque acercaron
su cama a la ventana. Su corazón se sintió golpeado en ese momento al saber que
el hombre que amó tanto y que tanto la amó pasaba cerca, como una eterna
despedida... nosotros, sus hijos, tiempo despúes supimos que él había pasado
cerca, tal vez a decirnos adiós a los tres...
Querido Toño
Luego de esa búsqueda exhaustiva que mi familia tuvo que enfrentar el 16,
solo quedaba ir a la morgue. Los hermanos de mi papá y mis abuelos
fueron a esperar a casa de los papás de mi papá. Eran alrededor de las tres de
la mañana... y mi tío y padrino decidió ir solo a la morgue,
según cuenta. Tuvo que hacer lo que había querido evitar desde
que supo que el atentado fue en Tarata... pero era lo único que quedaba...
Junto a su cuñado médico, llegaron a ese lugar. Se identificó como familiar
directo y pudo pasar. Presenciaron escena horror, de muerte y desolación...
y los detalles de esos recuerdos se han borrado de su memoria. Solo
recuerda haber sido llevado del hombro por su cuñado hasta el lugar en donde
estaba mi padre... Ante el dolor tan grande de haber perdido a su hermano... mi
tío tuvo encima que firmar el acta para testificar que era él. Mi papá murió de
forma instantánea. Mi tío describe esta como la peor noche de su vida...
Luego de esos momentos desgarradores, mi tío fue a darle la terrible
noticia a mi abuela... fue "la peor noticia que le ha podido dar a su
madre en esta vida", según las propias palabras de mi
tío... Ella al oír que su hijo había muerto, sufrió un pre
infarto y cayó al suelo... luego todos lloraron su muerte.
Mi abuela había estado esperando... para saber si su hijo vivía.
Aunque ella también había sentido que el ya había partido y había oído a mi
papá decirle que ya no estaba en este mundo mientras ella lloraba en el hall de
su casa... al confirmar su muerte, su corazón de madre fue golpeado de una
manera espantosa... y aunque ella siempre ha seguido adelante con la esperanza
y Fe de verlo de nuevo algún día, al encontrarse con Dios, el dolor que
ha tenido que enfrentar por su pérdida ha sido inmenso. Dice que cada vez
que recorre las calles Miraflores piensa en los pasos que su hijo dio por ese
lugar...
Mi papá recién pudo ser llevado para ser velado pasado el toque de
queda. Su familia esperó en vela que lo trajeran. Fue velado a las 10 de
la mañana.
Mi padre yacía en un féretro con los ojitos vendados, y según me cuenta mi
tía Marisol parecía estar dormido... pero no lo estaba...
Mi abuelo paterno permaneció en silencio delante de su féretro por
horas hasta que su dolor estalló y le hablaba diciéndole que era él (mi
papá) quien se supone debía de haberlo enterrado y no al contrario y se
lamentaba de haberlo traído de Inglaterra... Mi abuela paterna
lloraba abrazada al ataúd. Los hermanos de
mi papá estaban destrozados.
Todos los hermanos se abrazaron alrededor de su féretro y
prometieron que siempre estarían a nuestro lado. Mi tía Marisol no
podía creer que su hermano estaba muerto. La gente le daba el pésame y ella no
escuchaba las palabras... La hermana mayor de mi papá estaba también muy
dolida... mi tía Mónica que lo quería tanto estaba muy triste... todos... fue
un dolor que partió el corazón de mi familia. Mis tías abuelas que
lo quisieron mucho también estaban desechas... todos estaban conmocionados por
su muerte. Incluso algunos familiares se enteraron en otros países y les pesó
mucho.
Mi papá fue enterrado en un cementerio en el que a su vez, otras víctimas de
este atentado eran enterradas lo que según las palabras de mi tío y
padrino, hacía todo más doloroso.
La vecina que habló con mi papá en el instante previo a la bomba, también había
fallecido junto a sus dos hijos... el balón de gas de su casa había
estallado...
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Los dibujos que mi papá me
hacía para mi cuaderno de inglés del Nido.
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Al darnos de alta del hospital el Domingo 19 de Julio, fuimos a vivir con mis
abuelos paternos, sin mi mamá pues ella estaba grave... Sufrió quemaduras en la
pierna derecha y tenía un corte en la mejilla de lado a lado, tuvo que quedarse
dos meses en el hospital en donde la subieron al noveno piso a la zona de
quemados y no podía recibir visitas. Tuvo que pasar por cuatro operaciones
de injerto de piel por lo grave de sus quemaduras. Además tenía neumonía y
pérdida grave de sangre. Le hicieron varias transfusiones. En medio de su
estadía en el hospital no sabía si iba a sobrevivir y le pedía en cartas a su
mamá y a su familia que siempre estén cerca de nosotros...
Durante los primeros días en la casa de mis abuelos yo solo hablaba
para responder si o no con una voz muy bajita y esbozaba sonrisas
falsas... me la pasaba dibujando o lloraba mucho, por cualquier
razón... llamando a mi papá, buscando su consuelo y protección... Me
acuerdo que la primera noche que pasé ahí, estaba durmiendo con mi abuela
paterna en la misma cama y me sentía mal. La traté de despertar tocáncole la
espalda sin hablar. Tenía miedo y me sentía enferma.
Esos meses fueron muy difíciles... mi familia trató de estar con nosotros y
tengo bonitos recuerdos... como por ejemplo que mi tía, la hermana
mayor de mi papá, me iba a visitar cada día y me llevaba una muñeca y eso
me hacía ilusión porque luego se lo contaba a mi mamá por carta.
Recuerdo los cuidados y el cariño de mi abuela, las bromas de mi abuelo
que siempre me decía que se iba a tomar mi leche y que iba a ir al nido,
recuerdo que mi tío me llevaba al nido y mis demás tíos, hermanos de mi
papá eran cariñosos, también jugaba con mis primos, todos hacían un esfuerzo
para que nuestras vidas continuaran, aunque de alguna manera nada podía hacer
que olvidemos...
Escribiéndole una carta a mi
mamá mientras ella estaba hospitalizada.
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La misma carta por detrás.
Dibujé a mi papito como a un ángel.
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Otra carta que dice: Mamita
querida de mi corazón.
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Recuerdo que una mañana mi tío me llevaba al Nido (como el solía hacer
mientras vivía con mis abuelos) me puse a llorar desconsoladamente
pidiéndole volver a la casa y tanto fue mi llanto que me
llevó de regreso. Pero mi tía Sol me convenció de regresar, prometiéndome
una muñeca que me gustaba mucho y yo accedí porque además sentía que
debía cumplir mi deber...
Desde que mi papito murió, sentí la obligación de seguir estudiando
como lo hacía antes, de esforzarme, de hacer mis tareas, las que hacía sola,
sin importarme el tener que pasarme horas haciendo planas, tenía que
terminarlas, tenía que lograrlo... tenía que hacerlo por mis papás... para que
se sientan orgullosos de mí, aunque uno de ellos ya no fuese a volver...
Pero pese al esfuerzo que
hacía, fue muy duro el haber perdido a mi padre y estar lejos de mi
mamá, ni siquiera podía tener el consuelo de tenerla a mi lado,de
refugiarme en sus brazos luego de lo que habíamos vivido... mi familia paterna
nos acomodó un cuarto y dormíamos en dos camas, yo dormía con mi tía
Mónica por el miedo que tenía.
Quería tener prendido el televisor y la luz todo el tiempo... yo siempre
estaba alerta a los ruidos, a todo... para mí eran comunes las pesadillas...
los recuerdos de esa noche... cada vez que había un apagón o sonaba una bomba
entraba en pánico... no era suficiente el haber pasado por eso, aún tenía el
miedo de que la historia se repitiese... temía el salir a la calle y ver carros
estacionados porque podían ser coches bomba... miedo a las ventanas, a los
ruidos fuertes... recuerdo que cada vez que había un apagón o sonaba una
bomba el terror volvía a apoderarse de mí, buscaba protección inmediata... y
solo quedaba prender velas y oír la radio para ver en donde había sido el
atentado...con el terror de que hubiese otra explosión... me acuerdo que
mientras armaban nuestras camas en casa de mis abuelos, sonó un bombazo y todo
se oscureció... y yo me aferré a los brazos de una de mis tías, aterrorizada,
sintiendo el miedo de que otra vez pase algo espantoso.
En el cuarto en donde dormía
en casa de mis abuelos, mientras mi mamá estaba en el hospital. Esta es una
de las fotos que le mandaron a ella.
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Hay un recuerdo que tengo muy presente... no sé si fue la primera vez
que me desahogué sobre lo que pasó, pero si sé que una tarde, mientras aún
vivía con mis abuelos paternos, me puse a llorar desconsoladamente por mi papá,
y mi tía Sol me tomó en sus brazos como se toma a un bebé... lloré por mucho
rato... me sentí protegida por ella... y sentí que pude sacar un poquito de
todo lo que guardaba dentro de mí...
De pequeña en el
estacionamiento del edificio en Tarata.
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